Pulso
19 de mayo de 2022

Alimentarnos cuidando el planeta

Nutrición

Selective Focus Of Child Holding Globe Model And Apple On Blurre

Lic. Camila Barate

La forma en la que decidimos alimentarnos, la producción y distribución de esos alimentos que compramos o cultivamos puede beneficiar al medio ambiente y a la sociedad (sobre todo a las personas más vulnerables) o bien puede aumentar la inseguridad alimentaria, destruir el ecosistema y la biodiversidad. El sistema alimentario actual es responsable del 30% de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) (debido en parte a la deforestación, cambio de uso de la tierra, utilización de fertilizantes y estiércol, metano del ganado), del 70% de uso de agua potable y ocupa más de un tercio de toda la tierra potencialmente cultivable.

Actualmente estamos viviendo las consecuencias de la destrucción y contaminación de la tierra, el agua y el aire: desastres naturales, temperaturas extremas, extinción de especies y pandemias.

Desde nuestras elecciones alimentarias es posible ayudar a revertir el cambio climático.

Ultraprocesados

Son “formulaciones de varios ingredientes (…) que, además de sal, azúcar, aceites y grasas, incluyen sustancias alimenticias no utilizadas en preparaciones culinarias, en particular, saborizantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes y otros aditivos utilizados para imitar cualidades sensoriales de alimentos no procesados o mínimamente procesados y sus preparaciones culinarias o para disfrazar cualidades indeseables del producto final”. (Alimentos ultraprocesados: impacto sobre las enfermedades crónicas no transmisibles. Talens, Pau – 2021).

No solo son dañinos para la salud, sino que también tienen una gran huella hídrica, en su producción, procesamiento y distribución generan una gran cantidad de GEI, además de la utilización de plásticos.

Plásticos

Para el 2050, podría haber más plásticos en el océano que peces. Su creciente producción y uso amenazan especialmente con contaminar los mares, a donde van a parar de muchos de ellos. Allí perjudican seriamente los ecosistemas acuáticos y la vida de las diferentes especies que los pueblan. Por esto es de gran importancia reducir al máximo su uso, reutilizarlos para alargar su vida útil y reciclar.

Alimentos de producción local

Comprar comida que fue producida a nivel local es más amigable con el medio ambiente porque los alimentos recorren una distancia menor para llegar a los platos, generando menos emisiones de CO2 por el transporte, las frutas y verduras requieren menos gasto de energía al no necesitar la utilización de cámaras de frío para su conservación, no necesitan ser envasadas, por lo que si utilizas una bolsa de tela para comprarlos vas a disminuir la demanda de plásticos. Además son alimentos más sabrosos, nutritivos, económicos y al comprarlos apoyamos a productores nacionales.

Si hablamos de alimentos orgánicos, nos evitamos la contaminación por pesticidas y fertilizantes en la tierra, en el agua, en las personas que consumen el alimento y aquellas que viven cerca de donde se planta.

Desperdicios

Los desperdicios de alimentos producen una gran cantidad de gases de efectos invernaderos. Para evitar contribuir tanto en esto hay algunas prácticas que podemos adoptar día a día:

· Aprovechar la mayor parte del alimento posible.
· Evitar comprar alimentos de más.
· Dejar de lado la estética de las frutas y verduras, esta no nos cambia el valor nutricional del alimento.
· Congelar alimentos antes que se pongan en mal estado.
· Hacer compost con las frutas y verduras que tiraríamos a la basura.

Carnes y lácteos

Disminuir o eliminar los productos de origen animal es una forma de generar menos impacto ambiental ya que este grupo es en gran parte responsable de la deforestación, pérdida de biodiversidad, extinción de especies, uso de agroquímicos, contaminación del agua, desgaste de suelos y de gran porcentaje de los GEI emitidos. Del total de la tierra que se utiliza para producir alimento, la industria de la carne y lácteos ocupa un 82%, ya sea ocupado por animales o por plantaciones que van dirigidas al consumo animal. A pesar de esto último, estos alimentos solo aportan el 37% de la proteína y 18% de las calorías a nivel mundial.

En las granjas, el desecho de agroquímicos, materia orgánica, residuos de drogas para animales (entre ellas, antibióticos), se filtran al agua, contaminando la misma, a los animales acuáticos y a nosotros.

Se estima que la adopción mundial de una dieta baja en carnes que cumpla con las recomendaciones nutricionales para frutas, verduras y requerimientos calóricos reduciría los GEI relacionados con la alimentación en casi un 50% y la mortalidad prematura en casi un 20%.

Es importante asegurarse de una buena fuente proteica de origen vegetal si no se consumen o se consumen pocas proteínas animales. Legumbres, tofu, cereales integrales, semillas y frutos secos son las mejores opciones.