Pulso
19 de mayo de 2022

La importancia de trabajar el equilibrio

Prevención

Active Senior Woman In Sportsclothes Exercising With Her Adult Daughter Indoors At Home.

Lic. Mónica Guirotane
Licenciada en Educación Física

La estabilidad y el equilibrio son dos aspectos que no solemos tomar en cuenta hasta que se hace evidente la necesidad de mejorarlo, por eso anticiparse es la mejor opción.

Actividades de la vida diaria tan sencillas como puede ser viajar en ómnibus de repente se vuelven desafiantes cuando se tiene una edad avanzada, poniendo a prueba esta capacidad.

Desde la subida o descenso, muchas veces con el vehículo aún en movimiento, así como los arranques bruscos y las frenadas lo convierten en una superficie muy inestable.
Y de la habilidad de la persona de reaccionar ante este tipo de estímulos y controlar el cuerpo en el espacio dependerá evitar acciones no deseadas previniendo caídas y hasta lesiones!

Por lo que podemos decir que:
¡Un buen estado de equilibrio constituye una parte muy importante de la salud!

Trabajarlo implica mejorar la fluidez de los movimientos y ganar agilidad. Así como el ejemplo del ómnibus hay cientos de situaciones que ponen a prueba esta capacidad, desde tareas del hogar, el uso de escaleras mecánicas, desplazarse en diferentes direcciones al hacer mandados con peso en los brazos, caminar por la orilla y que vengan olas, alzar un nieto, etc.

Tener el control postural en nuestras acciones va a mejorar la confianza y potenciar la independencia.

¿Cómo lograrlo?

Primero que nada saber que la involución que aparece en edades avanzadas, propia del deterioro del sistema nervioso y locomotor se acentúa con la inactividad física.
Además la degradación funcional del cerebro y del sistema auditivo interno, debida al envejecimiento, puede estar agravada por diferentes patologías o por diferentes situaciones de inestabilidad derivada de las condiciones alteradas de los pies, de las piernas o de la columna vertebral.

Una musculatura fuerte permite una mayor reacción ante cambios posturales, contratiempos exteriores o la fijación de nuestro cuerpo en el espacio. La actividad física guiada es una excelente herramienta para mejorar el equilibrio a través del aprendizaje, práctica y posterior automatización de las acciones motoras compensatorias proveniente de la la motricidad fina y global.
Es decir, a mayor experiencias de aprendizaje y práctica, se van a generar adaptaciones que nos van a permitir realizar movimientos más complejos y aun así a sentirnos estables.

Asistir a clases especializadas que contemplen las características propias del alumno, desde su edad, condición física actual, antecedentes deportivos, limitaciones osteoarticulares entre otros, sería lo ideal para ayudar a compensar estas alteraciones del equilibrio.

Tareas y ejercicios específicos, funcionales y adaptados que incluyan variaciones progresivas de complejidad como ser:

Desplazamientos del centro de gravedad en movimiento y con cambios de posiciones

. Disminución de la base de apoyo
. Combinaciones con movimientos de otras partes del cuerpo
. Ejecución de los movimientos y desplazamientos con ojos cerrados
. Cambios de dirección en los desplazamientos y de velocidad de ejecución
. El uso de objetos que actúen de obstáculos para sortearlos de diferentes maneras
. Diferentes alturas y superficies (plataformas inestables)

En síntesis, lo recomendable es no dejar de moverse… ¡nunca!
Acercarse a un centro deportivo o contratar los servicios de un profesional idóneo y asistir a este tipo de clases para seguir disfrutando de una vida plena por mucho más tiempo y a trabajar para que un tropezón no sea caída.