Pulso
9 de noviembre de 2023

La alimentación en los niños con hiperactividad

Nutrición

Mother Feeding Kids In Living Room

El trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del comportamiento de origen neurobiológico cuyos síntomas más característicos son: la impulsividad, la falta de atención y la hiperactividad.

Si se tiene en cuenta estos aspectos, podemos comprender mejor la importancia de la alimentación en estos niños ya que suelen presentar problemas alimenticios como: dificultades en la masticación, en la deglución, ansiedad al comer.


Hay que prestar especial atención a su alimentación, ya que suelen olvidar que han de comer e hidratarse correctamente y recurren muchas veces a gratificarse rápidamente con grandes atracones de azúcares. Es importante establecer un horario de comidas y pautar un menú variado y equilibrado.

Por otra parte, hay que tener presente la disminución del apetito que puede conllevar el tratamiento farmacológico para el TDAH, por lo que hay que hacer hincapié en el desayuno y cena.


La buena alimentación para los niños es aquella que es variada, suficiente y equilibrada. Su principal objetivo es que los menores coman bien para que su crecimiento sea completo y adecuado. Debemos darle el material que necesita para llegar a la talla y al peso correspondiente a su edad de una manera saludable.


Recomendaciones nutricionales


Según varios estudios, los niños con TDAH, en particular los niños hiperactivos, si ingieren un atracón de azúcar experimentan una rápida elevación de adrenalina que causa hiperactividad, por lo que hay que evitar la ingesta de bebidas azucaradas y jugos no naturales.


• Enriquecer la dieta en ácidos grasos omega 3 y omega 6, que son muy beneficiosos para el cerebro y tienen que ser tomados externamente ya que el cuerpo no los fabrica. Estos componentes se encuentran en alimentos como las sardinas, el salmón, atún, nueces, semillas de chía.
• Introducir alimentos ricos en triptófano, que es un aminoácido precursor de la serotonina, la llamada sustancia química del sueño. Por ejemplo: pollo, leche, nueces o semillas de sésamo.
• Tomar alimentos ricos en zinc y vitamina B6, necesarios para sintetizar la serotonina junto al triptófano. Por ejemplo: paté, higos, mariscos, cereales, carnes rojas, pollo.
• Evitar el uso frecuente de estimulantes como bebidas con cafeína y teína, el chocolate, etc.
• Disminuir o eliminar por completo los alimentos que contengan azúcares refinados, sobre todo a la hora del desayuno. De esta forma se evitan los picos de glucosa en sangre, que pueden provocar cambios en el comportamiento.
• Reducir el consumo de alimentos refinados ya que estos aportan muy pocos nutrientes y demasiadas calorías. Además, también pueden producir aumentos bruscos de la cantidad de glucosa en sangre.
• Eliminar los productos que contienen aditivos y colorantes artificiales.
• Hidratarse correctamente. La mejor bebida es el agua, seguida de la leche y los jugos de fruta 100% naturales. Se recomienda una medida de litro y medio o dos litros al día, aumentando su consumo en verano.


Sabemos lo difícil que es para ellos mantenerse sentados y si lo logran lo hacen por pocos períodos de tiempo. Ayuda mucho tener regulados los horarios de las comidas, repartir tareas entre todos, involucrarlo en las mismas, por ejemplo: poner la mesa, servir.


Las mismas son una forma de estimularlo desde su ser activo y también son condiciones indispensables para reducir la agitación del niño ante la espera de la comida.


Sentarse a la mesa sin discusiones, sin prisas, como momento de encuentro y comunicación familiar, es para estos niños y sus familias un gran desafío y cuando esto se logra es muy disfrutable.

María Noel Conti – Lic. en Nutrición